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El Daimiel RCF no mereció perder.
Se presentaba el Daimiel RCF en La Gineta con bajas de titulares por lesión o por sanciones, pero con alta moral tras los últimos partidos y los buenos resultados. Buen primer tiempo, con dominio del juego y reflejo en el marcador, adelantándose Kike (0-1) ante el potente equipo local. Ilusión, ganas, y buen fútbol por parte de los blancos en esta primera mitad, con orden y concentración, logrando a la media hora el gol referido. Hasta que el colegiado en el minuto 45 señala penalti inexistente que él solo vio, ante la indignación de los futbolistas daimieleños y sus seguidores. Esta determinante decisión influyó en el 4-1 final totalmente inmerecido.
Dos goles al inicio del segundo tiempo acabó con las esperanzas del Daimiel RCF, siendo expulsado el capitán, Moraga, por doble amonestación. El buen juego, otra tarde más, de José Carlos y la brega incansable de todo el equipo no pudo con el infortunio en forma de colegiado que perjudicó al equipo de Daimiel, con ocho tarjetas amarillas en partido noble y otra segunda expulsión finalizando el encuentro, en este caso Marcos fue el perjudicado, con nuevo penalti en contra para colmo. El arbitraje, nefasto para los de Rimun, que ante los imponderables, siguieron luchando aunque sin premio. Se intentará recurrir ante la federación, sobre todo por determinadas tarjetas.
Se perdió, pero el equipo presidido por Mónica Pinilla dio la cara en todo momento ante uno de los líderes de la clasificación. El talante y el espíritu de este Daimiel RCF, continúa intacto, pensando ya en el próximo encuentro en casa. El equilibrio emocional entre plantilla y “míster” ha de lograr nuevos triunfos, sin duda.
Ilusión, competitividad, superación, lucha, o sea fútbol, no nos debe faltar nunca por amor a los colores blancos del Daimiel RCF. La afición capta esta actitud estimulante para todos, y el futuro se nos presenta alentador. Además, la magia de la Navidad nos va a acompañar el próximo domingo en El Carmen.
Derrota inmerecida, para olvidad. El futuro es lo que importa. ¡HALA DAIMIEL!
