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José Ignacio García – Muñoz (Queche)
Estamos en plena canícula, y además inmersos en una ola de calor de las más largas de los últimos dos años. Las temperaturas mínimas por la noche se quedan en unos fatídicos 25 grados que, en nuestras latitudes marcan la diferencia entre dormir, o cocerse lentamente en la cama. En esta serie de artículos, venimos sugiriendo un muestrario de destinos en los que dormir por la noche al fresco se sigue cumpliendo.

Ciudad Rodrigo, es una localidad situada al sur-oeste de Salamanca, muy cerca de la frontera portuguesa lo que aumenta su atractivo turístico, y también muy cerca de Las Hurdes; algo que refuerza aún más si cabe esta virtud. Es posible que durante el día haga algo de calor (estamos en verano) pero por la noche es rara la ocasión en la que sube de 16 grados, temperatura más que aceptable para que el calor no sea un obstáculo para conciliar el sueño. La temperatura media durante el mes de julio (el más caluroso) es de 23 grados. El pasado histórico de Ciudad Rodrigo la convierte en una ciudad señorial; algo que se advierte en su casco histórico, y en la gran cantidad de edificaciones singulares que lo salpican, lo que convierte pasearla en un verdadero placer.
Es el caso del castillo de Enrique II, ahora convertido en parador nacional. Desde sus murallas puede uno asomarse para contemplar la vega del rio Águeda, en cuyas orillas los mirobrigenses han habilitado una serie de espacios para el recreo y el baño. El palacio de los Águila, La Capilla de Cerralbos, La Catedral de Santa María. Las Murallas, y un sinfín de palacetes y rincones que merecen ser visitados, forman el patrimonio arquitectónico de Ciudad Rodrigo del que ya se tiene noticias de su existencia desde la prehistoria. Muy famosos son sus carnavales, y los encierros de toros por sus calles, como también lo fue la decisiva victoria sobre los franceses en 1812 a manos del duque de Wellington al que se nombró Duque de Cuidad Rodrigo en agradecimiento por su colaboración. También en las proximidades, tuvo lugar la tristemente famosa batalla de Aljubarrota; en la que se diluyeron las aspiraciones castellanas de hacerse con el trono portugués, teniendo también a franceses e ingleses metidos en el ajo.
Hay que ver que afición a darse de mamporros en nuestro territorio cogieron estos precursores del Paris Saint German y el Manchester. Pero el atractivo de la región, no se queda en Cuidad Rodrigo: muy cerca tenemos localidades como Béjar famosa por sus paños, o la Alberca, con su particular arquitectura. Si tiene usted ganas de andar, puede hacer una senda a pie hasta La Peña de Francia con sus 1727 metros de altitud, desde donde disfrutará de una amplia visión del Sistema Central, podrá alojarse en la hospedería, o visitar el santuario de la virgen de La Peña de Francia; algo que difícilmente podrá hacer en invierno dado su difícil acceso por la nieve.
Como hemos dicho más arriba Las Hurdes están a un paso, y Caminomorisco y Pinofranqueado, son dos localidades que no pueden dejar de visitarse, como tampoco por supuesto la capital Salamanca a la que se llega por autovía en poco tiempo. Pretender aquí nombrar todos los atractivos de la región sería una tarea ardua, aunque no puedo dejar de nombrar por su atractivo San Martín del Castañar y su singularísima plaza de toros, además de su casco urbano plagado de frases del lenguaje autóctono grabadas en las macetas que jalonan las calles del municipio, y que en muchas ocasiones me recuerdan nuestra “retranca chucha”.
En fin querido lector, ahí tiene un destino con un pasado histórico apabullante, un atractivo paisajístico y cultural que no le va a la zaga, por no hablar de la charcutería salmantina con Guijuelo a la cabeza, y del farinato (un embutido a base de grasa de cerdo, miga de pan y pimentón que tiene denominación de origen) con huevos fritos, la chanfaina, o el hornazo. Y por si fuera poco, por la noche se duerme al fresquito.