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Paki García Velasco Sánchez
El concierto de Los Secretos de este último sábado fue, sin duda, una de esas noches que se quedan grabadas en la memoria. Desde mucho antes de que empezara, ya se notaba que no iba a ser un concierto cualquiera. El recinto estaba completamente lleno, con gente de todas las edades, lo que demostraba que la música del grupo sigue viva y emocionando tanto a quienes los siguen desde siempre como a nuevas generaciones.

Los Secretos salieron al escenario muy tranquilos, con esa naturalidad que los caracteriza; desde el primer momento se notó que estaban cómodos y disfrutando del concierto tanto como el público; cuando se apagaron las luces y comenzaron a sonar los primeros acordes de “Agárrate a mí María”, todo el auditorio respondió con una ovación enorme.
A lo largo de la noche y durante las dos horas que duró el concierto, fueron sonando muchos de sus temas más conocidos, esos que casi todo el mundo puede cantar de memoria, canciones como: “Por el boulevard de los sueños rotos”, “Ojos de gata”, “Aunque tú no lo sepas”, “No me imagino” etc… fueron recibidas con auténtica emoción. En muchos momentos, el público cantábamos al unísono poniéndonos en pie, creando así una atmósfera muy bonita y especial. No hicieron falta grandes presentaciones ni efectos llamativos, bastaba la música y las letras para conectar con la gente. Y es que el sonido que estuvo muy bien cuidado, tanto la voz como los instrumentos, se escuchaban con gran claridad, algo que permitió disfrutar plenamente de cada canción. Además, la banda sonó muy bien compenetrada, demostrando la experiencia y calidad que tienen sobre el escenario después de tantos años de carrera.

Entre canción y canción, hubo pequeños momentos de cercanía con el público, comentarios sencillos y agradecimientos que hicieron que el concierto se sintiera aún más cercano. No fue un espectáculo frío ni distante, sino todo lo contrario, parecía que Los Secretos estaban tocando para amigos, creando un ambiente muy familiar y agradable.

También hubo espacio para canciones algo menos conocidas, que fueron igualmente bien recibidas. Esas canciones demostraron que su repertorio va mucho más allá de los grandes éxitos y que mantienen un estilo muy reconocible, con letras sinceras y melodías que llegan fácilmente al corazón. A medida que avanzaba el concierto, la emoción no bajó en ningún momento, se notaba que la gente estaba disfrutando de verdad, cantando, sonriendo y viviendo cada tema con intensidad. El hecho de que el recinto estuviera lleno aportó aún más fuerza al ambiente.
El final del concierto fue especialmente emotivo, tras varios bises y más aplausos, Los Secretos se despidieron entre una gran ovación, dejando claro que habían ofrecido un concierto muy natural y completo. El público respondió poniéndose de pie, aplaudiendo durante varios minutos como muestra de agradecimiento por una noche tan especial, por lo que, al cabo de pocos minutos, el grupo volvía a subirse al escenario y terminar la noche con tres de sus grandes éxitos, entre ellos: “Sobre un vidrio mojado” y su mítico “Déjame”, canción con la cual cerraban este espectáculo.

En resumen, el concierto de Los Secretos fue una experiencia muy positiva y mágica, en la que sonaron grandes canciones que, en muchos momentos, nos transportaron a los años 80. El ambiente fue excelente y el recinto estuvo lleno a rebosar de gente con ganas de disfrutar. Fue una noche en la que la música fue la auténtica protagonista y en la que quedó claro por qué Los Secretos siguen siendo un grupo tan querido. Un concierto para recordar y para salir con la sensación de haber vivido algo realmente bonito.
