LUIS MIGUEL VÁZQUEZ, HISTORIA POR HACER

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Uno del Pueblo

Fotos: Aitor Ramos y varios medios.

Mereció la pena pagar una entrada para presenciar in situ los inicios de la corrida de feria en Daimiel, con toros de Adolfo Martín que enturbiaron una tarde de máxima expectación en los tendidos, con más de media plaza ilusionada con la reaparición de Luis Miguel Vázquez en su pueblo. Pero las ilusiones se proponen y solo Dios dispone.

Minuto de silencio en recuerdo a El Yiyo, cuarenta años después de su trágico final en Colmenar Viejo. Himno Nacional respetuoso y aplausos en la entrega de placa por parte del Senador por España y Alcalde de Daimiel Leopoldo Sierra que la Peña Taurina Daimieleña otorgó al diestro local junto al Presidente de dicha institución. Clamorosa ovación posterior de la
Plaza puesta en pie ante la reaparición de su torero, obligado a saludar. Momentos que hacían presagiar lo mejor, en tarde espléndida sin viento.

El ramillete de verónicas con la que Vázquez recibió a “Malagueño”, el bien armado cárdeno, resultaron el mejor toreo de capote en la tarde con elegancia, apostura y personalidad peculiar. La media arrebujada, ajustadísima de Luis Miguel , propició el golpe de la pata trasera del morlaco que desequilibró al torero, haciendo el toro por él y sacando el hombro de su sitio al indefenso de luces que yacía inmóvil en el ruedo hasta que el morlaco fue alejado por cuadrillas y alguien más. Dolor para el torero, dolor en la Plaza entregada desde muchos días antes al daimieleño. Difícil describir sensaciones entre los presentes, algunos con lágrimas en los ojos. Habrase visto tan mala fortuna…


El de Adolfo tras un puyazo, quedó listo para la muleta, con cierta nobleza y clase en la media embestida que tuvo hociqueando el albero, aunque con escaso motor. Vázquez, a buen seguro, le habría sacado cuatro tandas con su peculiar clase y estilo, que tal vez habría propiciado el triunfo, éxito que terminó en manos de David Galván, -¡qué gran torero!-, con oreja al esportón en el primero de la tarde, previo brindis del gaditano a la enfermería, detallazo de buen profesional, excelente compañero y gran persona.

Mientras atendían los galenos al matador de Daimiel y llegaba una segunda ambulancia para el traslado del herido a Ciudad Real, se interrumpió la corrida durante treinta y cinco minutos. Bien por la Presidencia y sus oportunos comunicados megafónicos. Siempre hubo orden y concierto en la Plaza de Toros de Daimiel.

David Galván, qué sensacional temporada la suya, tuvo en suerte al mejor y casi único “adolfo” de la tarde, “Aviador”, de reata histórica para el hierro cacereño. De amplia encornadura, mostró las virtudes que se esperan del buen toro de esta mítica ganadería. Galván lo supo cuajar por ambos pitones, destacando los naturales de buen trazo al son de las “Churumbelerías” del maestro Pedro, conductor de la excelente Banda de Daimiel. Gran actuación de David Galván, torero de éxito arraigado ya y gran reconocimiento entre los buenos aficionados. Dos orejas más para el de San Fernando, puerta grande abierta. Una calurosa ovación saludó en el quinto, segundo de su lote, otro cárdeno que poco o nada ofreció a las buenas intenciones del torero, que bastante hizo con despacharlo.

Samuel Navalón, confirmado este San Isidro pasado en Madrid, se enfrentó probablemente a su más complicada cita profesional. Vino con ganas a Daimiel tras sus repetidos triunfos en la actual temporada. Este Navalón, promete. Las complicaciones de su primero también brindado al maltrecho Vázquez, no permitieron nada al de Ayora, que acusó en su moral no poder cumplir lo prometido en la presentación de la corrida en Daimiel allá por Julio. Vendrán más oportunidades, Samuel. Ante el cuarto de la tarde, de dificultad extrema para el toreo, el torero valenciano explicaba con gestos al respetable que aquello era poco menos que intoreable. Luchar contra los elementos, imposible de los imposibles, así no hay modo de expresar el toreo, ya demostrado, de lo que Navalón lleva dentro, torero al alza. No te desanimes, eres muy joven y apuntas alto, ya pudimos vislumbrar en el último de la tarde al compás de tu pasodoble, tu actitud brava, más que la de tu oponente, que tampoco se vino a colaborar, recortando en gran medida las mínimas posibilidades de triunfo, siendo despedido con ovación de verdad.

El espíritu de Luis Miguel Vázquez estuvo flotando en el ambiente durante toda la tarde, no en vano gran parte del tendido acudió a la Plaza desde su atracción, a sabiendas de que el daimieleño no se conforma con las batallas ganadas que ya tiene. Y como buen guerrero que es, nunca se conforma con lo ya obtenido, nunca es suficiente cuando el toreo se lleva en vena. A recuperarse pronto y bien y a seguir haciendo historia. Cuántos toreros dejaron su verdadera huella en su segunda etapa. Tú ya tienes propia historia, pero aún te queda mucha historia por hacer.

Luis Miguel Vázquez, de corazón blanco e historia por hacer.

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