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Uno del Pueblo
Corrían los primeros años de la década de los setenta y quien esto escribe ya iba eligiendo plumas a quien seguir, en su ansiedad por saber y conocer poco a poco pero cuanto antes, corrientes e ideales socio políticos que encajaran en una mente aún no madura pero inquieta por los aconteceres de aquellos entonces.
Tras la muerte del General Franco, la democracia recién llegada abría ventanales amplios, desde donde contemplar paisajística esperanzadora, desde la prudencia natural, la ilusión ante lo desconocido o nunca visto, o simplemente un cambio acorde con aquella juventud más culta y preparada que la anterior, que esperaba algo nuevo y distinto, pero siempre desde el respeto a la historia reciente.

Y en estas nos debatíamos, cuando entre otros, surgió Ussía, el plumilla que nos dejaba perplejos con sus conceptos respecto a todo y sobre todo sus formas de transmitirlos. La sorpresa, el asombro y la perplejidad que para mí emanaban sus escritos, publicados en los periódicos liberales e incipientes en la época, nos producían desconcierto y morbo a la vez, deseando un servidor que llegara mañana para volver a leer su siguiente columna.
Aquella joven pluma, -perdón por lo de plumilla anterior-, cautivó a miles de lectores, juventud distinta y más preparada, que compartía no solo su filosofía, sino sus formas de expresarla, doctrina político – social desarrollada en el papel desde un concepto súper inteligente del buen humor y la fina ironía, estilismo al alcance de quienes compartimos pensamiento pero no sabíamos exponerlo y menos aún transmitirlo.

Pero Alfonso Ussía Muñoz – Seca, nos cautivaba, en mi caso llegando a la fascinación. Quién no entiende las bromas, no puede comprender la seriedad, dicen por ahí, pero dicha expresión encajaba para definir al creador del “Marqués de Sotoancho”, personaje tan vez “autobiográfico”, satirizando a la alta sociedad de la que provenía por medio del susodicho “Sotoancho”.

Santo de nuestra devoción este Ussía que se nos acaba de marchar. Se nos hace difícil aceptar que nunca más nos descuajeringaremos con la actualidad desmenuzada desde el punto de vista de tan perspicaz observador, que una vez enganchados a su doctrina y estilo, nos resulta difícil encontrar senda similar. El humor inteligente, sólo está al alcance de los talentosos o superdotados de alta capacidad como se dice ahora. Contactar con similar escuela, se nos antoja difícil, habrá mucho que esperar y tal vez ya no me de tiempo.
Honor y gloria a tí, humor y gloria a tí, rey del humor, ironía y sarcasmo, desinhibido y valiente, izquierdas y derechas eran objeto de su atrevido juicio, por otro lado veraz y compartido por sus miles de seguidores a través de las mejores manchetas de España, su querida España. Entre otros diarios, Diario 16, ABC, La Razón, El Debate…, dejan fe impresa de su intelecto, a gran distancia de la clase política que juzgaba desde la legalidad de su poder coyuntural, la inteligencia de nuestro venerado Ussía, a años luz del conocimiento de críticos amparados en la política, que no en la cultura. Las cabezas huecas amparados en su poltrona, tienen estas cosas.

Memorables sus diálogos radiofónicos con Mingote, Tip y Coll, Luis del Olmo, Antonio Ozores, Forges, Jiménez Losantos o Chumy Chúmez, desde el absurdo cachondeo de este inconcluso periodista aristócrata y popular. “No solo es un placer reírse de uno mismo, sino que es una norma de justicia y de elegancia. Si tú te ríes de los demás, te tienes que reír de tí”, Alfonso Ussía dixit.
Honor, humor y gloria para nuestro Alfonso Ussía, personaje que desde su inteligente humor nos transmitió un mejor sentido de la vida.
