DAIMIEL AL AJILLO

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Uno del Pueblo

Fotos: Fuentes de alimentación (varias)

Muy, pero que muy placentera resultó la jornada imprevista de catas de ajillo por los centros sociales de reunión, o sea, bares y similares de nuestro pueblo.

Buen gustillo el que nos quedó en boca, regustillo con repetición incluida -el ajo tiene estas cosas-, que nos hizo sentir tan a gusto, regusto y regustillo.

Un fin de semana normalico, nos descubrió un “Daimiel al ajillo” que hasta ahora nos había pasado desapercibido. Sin premeditación, ni mucho menos alevosía, nos encontramos con un conejo que tanto se presta a la buena comida, dado el mucho juego que el conejo da. Conejo al ajillo degustado en porción pincho, que transportó al más allá a más de uno de los componentes de la cuadrilla sabatina.

Qué detalle de buen gusto nos dejó las gambas al ajillo servidas en cacerolilla de barro, sabor directo al paladar, desde receta única como aperitivo. Muy resultona esta oferta tradicional española y daimieleña.

Qué decir del champiñón al ajillo, servido como aperitivo idóneo por los centros clásicos en torno a la almendra central daimieleña. Delicioso aperitivo, con salsa o caldillo de sabor único, de toma pan y moja.

La casquería de lujo nos ofrece unas mollejas de cordero, para que brindemos con airén de nuestro pueblo, cencibel o cerveza bien tirada. Mollejas al ajillo que cuando son de corderito lechal nos hace la boca agua y el culo gaseosa.

Las patatas al ajillo que nos pusieron a la hora del ángelus, doradas a fuego medio y con el sabor inconfundible del ajillo, nos transportaron al mundo de los sabores únicos, desde una simple patatica. Cosa más simple, cosa más rica…

Tierno y jugoso descubrimiento, media hora más tarde, nos resultó la sepia al ajillo, bendito, bendito, qué aperitivo de bar, con clase, estilo y buen gusto, que nos zampamos discutiendo contra el que más cachos engullía…, aunque tal vez fuera yo.

Y qué me cantas arradio, del aperitivo jugoso y rico-rico del pollo al ajillo, comido con las manos y chupándote los dedos después, sin importar la mancha que será reprendida en la vuelta a casa por parte de quien no haya venido, que tiempo ha tenido…

Y un sucedáneo al ajillo, las gulas al ajillo, nos compensan respecto a la angula, que ni por asomo esperamos aparezca en la barra de ningún centro receptor de sensaciones sociales, léase bar o taberna, locales idóneos para cambiar impresiones. Qué ricas las gulas, regadas con otro airén blanquito de la tierra, que nos pusieron en otra céntrica cantina.

Blanca y radiante iba la novia, tierno y jugoso resultó el aperitivo presentado con gracia y buen estilo en un lugar de Daimiel de cuyo nombre sí quiero acordarme. Sabor intenso, casquería recurrente, higaditos de pollo al ajillo, que regular la borriquilla. Irresistible el sabroso sabor de este aperitivo que está más rico en los bares que en casa. Por qué será…? Qué más da, al fin y al cabo los componentes de esta cuadrilla sabatina somos inútiles de los fogones, pero muy útiles para la degustación.

Y es por eso que hoy vengo a verte, “nemesista” seré hasta la muerte, … la parroquia presume orgullosa de ver al Nemesio en la barra del bar…

Allí, los coros se explayan a dos o más voces, entonando la estrofa principal del himno de este apreciado lugar. Loor y gloria al centro social sostenible de la calle Nueva.

En el próximo artículo, cercana ya la Navidad, les escribiremos acerca de los polvorones al ajillo

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