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José Ignacio García – Muñoz (Queche)
Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.
Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.
Esta cita a menudo atribuida a Bertolt Brecht, y que en realidad es obra del pastor protestante Martin Niemöller, nos habla de la culpa y de la responsabilidad de aquellos que pudiendo, e incluso teniendo el deber de hacer algo, se quedaron de brazos cruzados mientras miles de inocentes iban cayendo en manos de los nazis. A menudo en diferentes textos, aparecen los destinatarios cambiados porque Niemöller los cambiaba en sus intervenciones al referirse a los perseguidos.

El imperio de terror que impusieron, y que a día de hoy imponen los regímenes totalitarios; tanto de izquierdas como de derechas, hicieron y hacen, que millones de personas en todo el mundo vivan en un estado de terror permanente, amenazados explícita o implícitamente bajo diversos tipos de violencia, que no pretenden otra cosa que sojuzgar la voluntad y la libertad de las personas cuando no estigmatizarlas; si es necesario con injurias y calumnias. Los terroristas por ejemplo, siempre han obrado así, y a menudo lo hacen amparados en el anonimato que favorece la masa.
Uno, tiende a pensar que este tipo de comportamientos, está erradicado al menos en los países supuestamente libres, pero la realidad tozuda demuestra que no es así.

Este humilde redactor, presta su tiempo, energía, y modestos conocimientos en una O.N.G. de nivel internacional, y no son pocas las veces en que me tropiezo con personas que sufren en su país de origen algún tipo de violencia, en razón de no se sabe bien qué motivos, pero; ¡y esto es lo más grande! resulta qué, también lo pueden estar sufriendo aquellos que viven a escasos metros de nuestra casa, o aquellos con los que convivimos habitualmente, y muchas veces con nuestro silencio cómplice, y aún peor: siendo también personas con las que convivimos habitualmente las autoras de las amenazas.
El miedo es libre, y se puede entender que no intervenga aquél particular que conociendo los hechos tema las consecuencias de la denuncia, pero que no lo hagan aquellos que tienen la legitimidad, y la autoridad para hacerlo, no parece muy edificante.

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.
Esta cita que sí es de Brecht, pone en valor a aquellos que se atreven a enfrentarse a diario contra los totalitarios sean del signo que sean. No estamos hablando de política, estamos hablando de civismo, respeto, convivencia y todo lo que eso supone. Como decía Hemingway: “Nadie es una isla en sí mismo”, de modo que alrededor de la persona perseguida, hay un grupo a veces muy numeroso que también se aflige por lo que el daño se extiende más allá de lo que creemos, y se perpetua el hostigamiento: una minoría amedrenta a una mayoría con el silencio cómplice de los testigos, y la inacción de los responsables últimos; las autoridades que por diferentes motivos prefieren mirar a otro lado.
Termino ya, y voy a hacerlo con un fragmento de la letra de una canción de Manolo García; el del “Ultimo de la Fila”, que me parece puede poner un poco de bálsamo y esperanza en la herida de los que sufren persecución injusta.

Vendrán días en que el peso que hoy te abruma se haga liviano.
Vendrán días en que ese peso ya no será carga sino bagaje.
Vendrán días han de venir.
Porque un alma que alberga sentimientos viles no brilla
Y un alma sin brillo es un tiempo perdido para el que lo soporta.
Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire…
