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Uno del Pueblo
Fotografías: Aitor Ramos, Javi Núñez y Javi Ruiz.
Ante una buena corrida de Alcurrucén, el torero daimieleño demostró que no se le ha olvidado TOREAR. Nueve años apartado voluntariamente de los ruedos pero toreando en su interior, para él mismo, madurando conceptos de toreo propio, toreo peculiar que solo procede desde una mente privilegiada, de quienes nacieron para dar grandeza y solemnidad a este difícil y arriesgado arte.

La Tauromaquia sigue contando con este Luis Miguel maduro y de poso exquisito propio de toreros grandes. Su evolución le ha cambiado hasta los andares, con una izquierda, la de los euros, que es oro puro. No quisiera exagerar, pero los buenos aficionados sintieron el pellizco del toreo de Vázquez, con dos verónicas y media arrebujada a su segundo, “Flauta” de nombre, que justificaron el precio de la entrada. “Flauta” y el torero compusieron sintonía de buen son que deleitó los sentidos de los buenos aficionados. Castilla la Mancha Televisión dio fe con sus imágenes en directo de esta bella danza. Y es que, como si no hubiera dejado de torear, que gran tarde de toros nos brindó el chico de Isidoro y Fini. Luis Miguel lleva el toreo en la sangre.

A buen seguro le saldrán nuevos contratos, creemos y deseamos que esta reaparición estelar de Luis Miguel Vázquez tenga repercusión justa, más allá de la provincia, al fin y al cabo las cámaras de televisión llegan hasta el más allá.
Son varios toreros de renombre quienes tras su reaparición cuajaron la mejor etapa de su carrera. Y lo de Luis Miguel pinta por ese camino. Personalidad, concepto particular, elegancia y apostura, poso con toreo del “güeno” y sobre todo transmisión a los tendidos, lo bueno se capta a primer golpe de vista. Esto es lo que transmitió el torero de Daimiel a los tendidos de Pozuelo y a quienes veían la corrida en el sofá a través de la televisión autonómica. La buena afición reacciona ante lo “güeno”, algo que a veces es difícil definir, es sensibilidad particular, empatía natural entre torero y aficionados, sobre todo ante un cuarto toro, segundo de Vázquez, que resultó de bandera, “Flauta”, berrendo en colorao, precioso, que también recibió la vuelta al ruedo en su arrastre.


Aunque pueda parecer una paradoja, Luis Miguel Vázquez ha aprendido mucho en estos nueve años de parón. El sábado, en Pozuelo de Calatrava, Vázquez toreó como otros lo sueñan… regular la borriquilla…
Y desde luego, Daimiel se hizo presente en la reaparición de su torero, con varios cientos de aficionados que obligaron junto al resto de la plaza a saludar al coleta al romperse el paseillo. Mereció la pena el desplazamiento a Pozuelo y disfrutar de un Luis Miguel torero, recuperado en todos los sentidos. Nunca vimos al de Daimiel con este poso, toreo puro y sin efectismos, toreo con sabor a miel.


Fernando Tendero, el torero de Villarta, anduvo tan firme y pulcro como es él y su toreo. Temple y firmeza en notables faenas que fueron premiadas con el respeto de los tendidos y tres orejas al esportón después de sendas estocadas.
Cerrando cartel, Antonio Linares, el de Tomelloso logró salir a hombros acompañando a sus paisanos, tres toreros de la tierra, Ciudad Real, que crearon ambiente especial en el coso calatravo. Valentía y entrega la de Linares, con recibo de rodillas a su primero con arriesgadas largas cambiadas.
Teo González, el veterano mayoral de Alcurrucén, también traspasó a hombros la puerta grande de Pozuelo.
Para cerrar esta crónica con sabor especial a Daimiel, nos alegramos del éxito del torero Luis Miguel Vázquez y sus múltiples partidarios, siempre fieles a la estela de su buen toreo. Emociones sentidas entre familiares, amigos y aficionados cercanos, con alguna furtiva lagrimilla por medio.

Luis Miguel Vázquez triunfó y convenció en su reaparición arropado por los suyos. Suerte maestro.